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Algunas ciudades del continente americano ocupan un lugar especial en la trayectoria de Raphael. Buenos Aires, sin lugar a dudas, es una de las más significativas, ya que fue la primera parada del cantante en su debut en tierras americanas.

El artista llegó a mediados de abril de 1967, tras haber vivido los primeros meses del año con una agenda apretada que apenas le daba tiempo para descansar. Para resumir, entre concierto y concierto, comenzó el año finalizando la promoción de su primera película, Cuando tú no estás, estrenada a finales de 1966, y rodando inmediatamente después su segunda película, Al ponerse el sol. El 6 de abril participó como estrella invitada en el Palmarès de la chanson de la televisión francesa, el día 8 concursó por segunda vez en el Festival de Eurovisión y, pocos días después, aterrizó en el aeropuerto de Ezeiza en Buenos Aires, proveniente de Madrid, acompañado por Paco Gordillo y Manuel Alejandro.

Meses de intensas gestiones entre Francisco Bermúdez y varios empresarios y productores americanos finalmente culminaron en el inicio del viaje al continente, un paso inevitable en su carrera internacional. Buenos Aires fue, por coincidencia o por decisión estratégica, el lugar elegido para comenzar.

En una entrevista realizada directamente en el aeropuerto para uno de los numerosos medios que cubrieron exhaustivamente su visita, Raphael fue consultado sobre sus expectativas respecto al público argentino. Él respondió: «He viajado ya por muchos países, pero Argentina ha sido para mí un sueño alentado desde pequeño. En España existe un gran concepto de vuestro público por el cariño con que habéis tratado a mis compatriotas».

Era una percepción acertada. Argentina, al igual que otros países como México y Venezuela, había sido uno de los principales destinos escogidos por los migrantes españoles a lo largo del siglo XX debido a su desarrollo industrial y económico, así como las oportunidades que ofrecía para construir un futuro mejor. De hecho, gran parte de la población argentina actual tiene raíces europeas, especialmente provenientes de Italia y España.

De alguna manera, Raphael también compartía una experiencia de migración dentro de su país. Como tantas familias españolas de la época, la suya se trasladó desde Linares a Madrid cuando él apenas tenía nueve meses, buscando un futuro más prometedor. Tal vez por ello sentía un cariño especial hacia Argentina y América en general, lugares que habían recibido a tantos compatriotas suyos con los brazos abiertos.

Finalmente, Raphael llegó a Buenos Aires a mediados de abril de 1967. Su agenda comenzó con una rueda de prensa multitudinaria seguida por decenas de entrevistas individuales en el Plaza Hotel. Aunque los periódicos habían publicado innumerables artículos sobre él antes de su llegada, este encuentro marcaba la primera vez que periodistas argentinos conversaban directamente con él. Muchas preguntas eran similares a las que ya había respondido en otros países debido a su creciente fama internacional.

Esas cuestiones eran casi inevitables. En una entrevista para la revista Canal TV, una reportera quiso indagar acerca de sus inicios y primeros éxitos. «Intervine en el Festival de la Canción Española de Benidorm y pude situarme en el primer puesto», explicó Raphael. «¿Ahí comenzaron sus triunfos?», insistió la periodista. «¡Ahí comenzó el lío!», replicó con una sonrisa característica.

Según esta revista, Buenos Aires impresionó al artista más de lo que había imaginado. Quedó fascinado por la avenida Corrientes y cautivado por la calidez del público. Una periodista entregada afirmó: «Raphael es todo simpatía. Este joven trovador español deja asomar el alma en los labios. Y también en los ojos».

Un reconocido periódico argentino reflexionaba sobre el origen del nombre artístico de Raphael. «¿Desde cuándo usas tu nombre con una ‘h’ en el medio?», preguntaban. En lugar de repetir el relato completo sobre cómo se tomó esa decisión, el artista prefería resumirlo: «Desde que mi representante la incluyó para que los periodistas me preguntaran desde cuándo utilizo la ‘h’ en mi nombre».

Además de esta curiosidad, también querían indagar sobre sus preferencias musicales y las influencias que habían marcado su carrera. Raphael respondía que disfrutaba escuchando a Maurice Chevalier, Edith Piaf, Elvis Presley, los Pekenikes, Salvatore Adamo y Manuel Alejandro, pero aclaraba que le agradaba toda música siempre y cuando fuese de calidad.

Por entonces, muchos medios destacaban que aquella era la primera visita de Raphael a Buenos Aires luego de haber recorrido con su voz países como Alemania, Líbano, Portugal, Grecia y Turquía, entre otras partes del «viejo mundo». Sin embargo, más allá de estos datos biográficos, dos temas acaparaban la atención general de los periodistas reunidos en torno al artista: el primero era su situación económica. A la pregunta directa de si era millonario, Raphael respondía con simpleza: «Si por millonario te refieres a tener un millón, entonces sí».

El interés por los ingresos de Raphael no se limitaba a Argentina; en aquellos años, periodistas de diversos países, incluido España, dedicaban artículos completos a intentar descubrir cuánto ganaba el artista.

El segundo tema que generaba curiosidad era su vida sentimental. ¿Tenía novia? Una entrevista transcurría así:

«¿Qué fue de tu romance con Rita Pavone?»
«Es una buena amiga, ¡nada más!»
«¿Estás de novio?»
«¡Soltero y sin compromiso! Ello no quiere decir que no caiga aquí. ¡Hay tantas chicas bonitas en este Buenos Aires! ¿Por qué no puede convertirse alguna de ellas en mi novia? Aunque novia…. novia es una palabra muy seria, ¿no es verdad? Pero estaría bien eso de una novia argentina. ¡Eh! Me gusta mucho la idea.»

No obstante, Raphael aseguraba que su trabajo ocupaba todo su tiempo. Deplató al hotel, del hotel al estudio de grabación; en sus momentos libres asistía a clases de inglés y retomaba sus conciertos. Ese mismo ritmo marcado se mantuvo durante su viaje a Argentina. A pocos días de haber llegado al país, ya participaba en una serie de programas televisivos que, debido al éxito arrasador, excedieron lo planeado inicialmente. Su presencia quedó marcada en Canal 13, en espacios de máxima audiencia.

Su primera aparición fue en Casino Philips, presentado por el popular Juan Carlos Mareco. En esta ocasión, Raphael ocupó toda la segunda parte del programa. El impacto fue tan notable que se organizó una nueva participación antes de su regreso; esta vez para dedicarle el show completo, algo inédito hasta ese momento y bautizado por la prensa como «Recital Raphael».

El segundo programa fue el emblemático Sábados Circulares, dirigido por Nicolás «Pipo» Mancera. Reconocido como un innovador en el mundo del espectáculo y un adelantado a su tiempo, Mancera era famoso por reunir invitados excepcionales. Su programa de seis horas había contado con grandes figuras como Sean Connery, María Félix, Marcello Mastroianni, Sophia Loren, Pelé, Libertad Lamarque, Lola Flores y Brigitte Bardot. Durante la participación de Raphael coincidieron invitados como Marisol, Susana Rinaldi, Alain Delon y Bardot. Incluso Frank Sinatra apareció mediante un vídeo grabado desde Estados Unidos.

Los medios fueron categóricos en sus elogios: «Pocos días —horas— le bastaron a Raphael para convertirse en el tema obligado de conversación en todo Buenos Aires. Su debut en Casino Philips y su posterior aparición en Sábados Circulares fueron suficientes para que nuestro público —con fama bien merecida de exigente— reconociera estar frente a un artista ‘de raza’ y una figura de primer nivel».

Otra reseña destacaba: «Raphael: el impacto popular más espectacular del año».

Otra: Raphael eclipsó a Palito. Al revisar las hemerotecas y analizar los numerosos artículos escritos en cada uno de los lugares que Raphael visitaba, resulta evidente que era una práctica común, especialmente por parte de los periodistas de entonces, establecer comparaciones entre los artistas recién llegados y las estrellas locales. El objetivo era ubicar al público de forma más rápida y, por supuesto, fomentar ciertas rivalidades que añadían un toque de morbo al tema.

Raphael y sus “rivales”

Aunque Raphael ya gozaba de gran reconocimiento —siempre lo esperaban miles de fans en los aeropuertos—, la prensa continuaba con la tradición de los titulares comparativos: ‘Llegó Raphael, el Palito Ortega de España’. Ortega, célebre por éxitos como La felicidad y Corazón contento, era un artista de enorme popularidad tanto en Argentina como en otros países, y fue establecido por la prensa como el referente (o el rival) más adecuado al que se podía asociar la llegada de Raphael. De manera similar, para los medios británicos Raphael era el Tom Jones o Cliff Richard español, mientras que para los españoles Tom Jones era considerado el Raphael inglés. Para la prensa argentina, Cliff Richard se convertía en el Palito Ortega inglés. Y, por otro lado, para los españoles, Palito Ortega era visto como el Raphael argentino. Así surgía un complejo entramado de comparaciones internacionales.

Lo importante era crear rivales.

Fue justamente en los estudios de Canal 13, donde ambos programas coincidían, que Raphael tuvo su primer encuentro con Palito Ortega. Lejos de alimentar la rivalidad artificial promovida por algunos medios, ambos artistas forjaron una amistad y se elogiaron mutuamente. Sobre el argentino, que estaba a punto de viajar a España, Raphael expresó: «Palito conquistará España en una noche».

Tras este primer encuentro, el diario Ocurrió —el mismo que días antes había encabezado su artículo con ‘Raphael eclipsó a Palito’— publicaba una fotografía de ambos artistas con un pie de foto radicalmente diferente: ‘Una sólida amistad con Palito Ortega quedó en Buenos Aires’. De esa amistad nació una colaboración años más tarde; alrededor de seis años después, Ortega compondría para Raphael uno de sus mayores éxitos de los años setenta: Le llaman Jesús.

Raphael culminó su primera visita a Argentina hacia finales de abril y partió rumbo a Lima, dejando atrás un público completamente entregado que continúa fiel hasta el día de hoy.

Un mes después, a finales de mayo, se estrenaba en Buenos Aires y otras grandes ciudades argentinas la película Cuando tú no estás. La prensa nuevamente resaltaba el abrumador éxito del filme. Por otro lado, se anunciaba la finalización del montaje de Al ponerse el sol, una cinta que algunas revistas llamaban curiosamente «El mes loco de un ídolo cualquiera», mientras se informaba sobre los preparativos para la tercera película. Revistas como Radiolandia incluso llegaron a predicciones muy arriesgadas sobre el elenco que acompañaría a Raphael, sin acertar ni un solo nombre: Rocío Dúrcal, Pili y Mili, Yaco Monti, Luisito Rey, Peggy Sol o Zulma Faiad. Sin embargo, sí estuvieron acertados respecto al lugar del rodaje: Buenos Aires. En octubre de ese mismo año, Raphael regresó a la capital argentina para filmar Digan lo que digan.

Volviendo al último día de la primera visita porteña del artista: fue durante su último programa televisivo, en Casino Philips, y su especial Recital Raphael, donde este decidió despedirse con un homenaje especial al público argentino. Mientras Manuel Alejandro tocaba el piano, Raphael se dirigió directamente a cámara diciendo: ‘Bueno, y ahora un homenaje de Raphael por todo el cariño que Argentina ha puesto en mi persona’. Fue entonces cuando interpretó por primera vez en su carrera un tango: Nostalgias.

Finalicemos con una respuesta que dio Raphael durante una rueda de prensa:

«¿Te gustaría seguir cantando durante mucho tiempo?»
«Me gustaría mantenerme. Ser un abuelo, o un padre cantante. Mantenerme. Creo que voy a poder. ¡Qué va! ¡Estoy seguro!».