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En 1980, Raphael decidió celebrar su vigésimo aniversario sobre los escenarios. Fue una fecha muy especial, como otras anteriores y muchas más que vendrían después, que puso de manifiesto que su paso por los escenarios internacionales no era una moda pasajera, sino algo con vocación de permanencia. Veinte años podían parecer largos, pero con el pasar del tiempo quedarían cortos.

La temporada de conciertos entre 1980 y 1981 —que incluyó dicha celebración— tuvo un balance extraordinariamente positivo, aunque no comenzó sin tropiezos. Fue una de las contadas ocasiones en su carrera en las que Raphael enfrentó una avalancha de críticas negativas provenientes de ciertos medios. En su debut en Florida Park durante el verano de 1979, su voz le falló debido a una alergia puntual y pasajera; sin embargo, los titulares afirmaron rotundamente: “Raphael está acabado”. Algunos consideraban que el artista ya no era el mismo de antes, que su mejor época había quedado atrás y aseguraban que tras veinte años de trayectoria su privilegiada voz había sucumbido al desgaste inevitable. Incluso apuntaban que tantos conciertos prácticamente diarios en el pasado habían propiciado un deterioro significativo en sus facultades vocales.

Este tipo de reacciones era algo común en España. Los críticos tendían al extremo y tomaban un único concierto como muestra generalizada, exagerando sus detalles hasta convertirlos en norma. Analizaban cada actuación con lupa para ensalzar o hundir a la estrella según les conviniera.

«¿Se retira Raphael?»

Raphael no había tenido la mejor fortuna con sus últimos estrenos en Madrid, como él mismo reconocería en alguna entrevista. Si se revisa la prensa de aquellos años, parece evidente que había una cantidad considerable de personas predispuestas a escribir el punto final para su carrera. A esto se sumaban titulares fuera de contexto que afirmaban que Raphael había decidido retirarse. Por suerte, otro grupo mayoritario de críticos seguía apoyando al artista sin centrar sus opiniones en actuaciones aisladas. En lugar de eso, le auguraban un futuro brillante, tanto próximo como lejano, convencidos de que Raphael mantendría un lugar privilegiado entre los grandes nombres del espectáculo.

Raphael, por su parte, se esforzaba en desmentir todo lo negativo que se decía sobre él. Era casi inevitable sentirse abrumado al observar cómo, en aquel entonces, en aproximadamente la mitad de las entrevistas que concedía, el artista debía enfrentar preguntas relacionadas con el posible retiro de su carrera. En una ocasión, durante una entrevista publicada en la revista Blanco y Negro, se le cuestionó: «¿Crees que podrás durar mucho tiempo en la música?». Su respuesta fue clara: «Hasta que yo quiera. Hasta que yo quiera y el público quiera, claro. Pero si el público se cansa, por mí no hay problema, porque vuelvo a empezar». Además, explicó que si en algún momento había tenido problemas con su voz, no era algo frecuente ni habitual, sino resultado de la mala suerte o de alergias pasajeras.

Esta situación no era nueva para él. Incluso en etapas tan tempranas como 1972, algunos medios ya comenzaban a especular sobre su desgaste artístico. En 1980, esos mismos rumores volvieron a surgir —y lo harían nuevamente en diversas ocasiones durante los años posteriores—. Sin embargo, Raphael no solo defendía su vigencia con palabras; lo demostraba también con agotadoras giras internacionales y éxitos continuos en prácticamente todos los rincones del mundo. Por ejemplo, presentó un nuevo álbum con «Como yo te amo» como el número uno en ventas y conquistó nuevos escenarios, como el Massey Hall de Toronto, un teatro emblemático que había recibido a grandes figuras como Enrico Caruso, George Gershwin o Maria Callas, así como el St. Denis Theater de Montreal. De hecho, el periódico canadiense La Presse promocionaba su concierto del 25 de marzo de 1980 con el siguiente titular: «Directement de Madrid, de réputation internationale, l’unique et inimitable Raphael, en concert avec son orchestre de 25 musiciens».

A pesar de su éxito global, la prensa madrileña persistía en abordar los rumores. Por ejemplo, el periódico ABC escribía: «Ante la noticia de la retirada artística de Raphael, publicada en la prensa española e hispanoamericana, y que ha provocado una ola de comentarios y estupor, nos ponemos al habla con el famoso cantante precisamente momentos antes de emprender viaje hacia Canadá para rodar un especial de TV junto a Tony Bennett y Roberta Flack. ¿Qué hay de cierto en esta noticia?». Raphael respondía una vez más: «Absolutamente nada. No sé de dónde ha salido semejante infundio. Estos últimos días mi oficina no ha dejado de recibir llamadas de empresarios y del público de todo el mundo sorprendidos por esa información. No entiendo cuál es el fundamento de esta noticia. Lo único que se me ocurre pensar es que alguien haya malinterpretado el anuncio que hice sobre la gira mundial de mi XX aniversario artístico para 1981. Es la única explicación que encuentro».

En aquellos primeros meses de 1980, las especulaciones sobre su retirada tenían un alcance similar al de los constantes rumores sobre su vida personal. Por ejemplo, titulares como «¿Se casa Raphael?» pasaban rápidamente a afirmarlo sin fundamentos sólidos. Del mismo modo, la agencia internacional AP difundió una nota titulada «¿Se retira Raphael?», que afirmaba: «El cantante español Rafael Martos, más conocido como Raphael, comenzará su despedida del mundo artístico el próximo año, según se supo aquí hoy».

No obstante, todos esos titulares cargados de duda chocaban continuamente contra la realidad. La verdad sobre Raphael quedaba reflejada en su imparable actividad profesional. Durante los veinte años transcurridos hasta ese momento, sus logros lo habían consolidado como un referente artístico, mientras nuevas conquistas y proyectos seguían postergando cualquier posibilidad de retiro. Sin ir más lejos, el 15 de junio de ese año, antes de uno de sus conciertos en el gigantesco Arena de México, su discográfica le entregó catorce discos de oro correspondientes a cada uno de sus números uno desde 1966 hasta 1980. Entre ellos se encontraban títulos emblemáticos como Yo soy aquel, Cuando tú no estás, Digan lo que digan, El golfo, Aleluya, Corazón, corazón, Algo más, Volveré a nacer, Lo mejor de Raphael, Amor mío, Le llaman Jesús, El cantor, Raphael canta… y Como yo te amo. Antes de regresar a España, continuó cosechando nuevos éxitos en países como Argentina y Chile.

Veinte años… no son nada

El 26 de septiembre de 1980, Raphael presentó su espectáculo «20 años en escena» en el teatro Monumental de Madrid, iniciando así oficialmente la celebración de sus dos décadas de carrera frente al público. Como en otras ocasiones especiales, el show fue un montaje de gran envergadura, lleno de espectacularidad y con la participación de decenas de profesionales sobre el escenario. Contó con un ballet dirigido por Giorgio Aresu e integrado por artistas como Yu Lan, Kira Argounova, Lynn Butler, Alicia Carrión, Penny Snelling, Sandy, Ana Chacón, Ana Beatriz, William Arroyo, Roberto Mayor, Carlos Sirito, Randy Thomas, Ignacio Gijón, Freddy Arias, Hugo Gómez y Yoan. Además, incluyó un coro con las voces de Gilda Rivas, Marta Patricia Yepes, Doris Cristina Cales, José Antonio Martínez, Juan Ángel García y Juan Carlos Martín; las trompetas de Arturo Fornés, Juan Cano y José Luis Medrano; los saxos de Antonio Martí, Ramón Azpiri, Manuel Morales y Manuel Fernández; los trombones de Francisco Pardo, Julio Pérez y Juan Baena; y las guitarras y percusiones a cargo de Santiago Reyes, Joaquín Liébanas Quinito, Ricardo Fandiño, Ángel Varona Bilby, Julián Anaya y César Fornés. El vestuario fue diseñado por León Revuelta, las luces estuvieron a cargo de José Luis Rodríguez y la dirección musical fue responsabilidad de Rafael Ibarbia, quien había acompañado a Raphael quince años antes como director de orquesta en su primera participación en el festival de Eurovisión.

El espectáculo no solo estuvo compuesto por las canciones más emblemáticas del artista, sino que también incluyó temas populares de reconocidos musicales como «Hair», «Sweet Charity», «A Chorus Line» y «Jesucristo Superstar».

El éxito fue abrumador. La prensa se mostró unánime en su reconocimiento y Raphael confirmó que seguía siendo el gran artista que siempre fue. El diario ABC describió: «Ahí está una extraordinaria figura de nuestro arte y del arte moderno de la canción. Uno de esos gigantes que nacen por generación espontánea en este pueblo nuestro tan poco perseverante en logros colectivos: Raphael». Por su parte, Yale escribió en El periódico: «Los que habían entonado el réquiem por Raphael se han equivocado por completo, incluido este comentarista. Porque Raphael, en su reaparición donde se lo jugaba todo, ha salido victorioso y en olor de multitud […]. Cañones, focos, rayos láser, ballet, coreografía y orquesta bajo la sabia dirección del linarense configuran un acontecimiento digno de resaltarse. Y por encima de todo ello, él». El diario Pueblo tituló: «Se presentó Raphael en el Monumental, llenó, cantó y triunfó. Sí, pero ha triunfado el nuevo Raphael». La Hoja del ocio señaló: «Apoteósico estreno que marca un hito en la historia triunfal de este artista español, cuyo nombre ha recorrido el mundo entero. Deslumbrante espectáculo que hizo al público levantarse y tributar a Raphael la mayor ovación que hayamos escuchado quizá nunca hacia un artista». Finalmente, la agencia EFE publicó una nota bajo el título «Raphael redimido», resaltando: «Cantó, bailó y ascendió a los cielos; eso era lo único que le faltaba. La frase alude al momento final del espectáculo cuando interpreta Jesucristo Superstar mientras está colgado de una cruz. Nadie pone en duda que la apoteosis de un artista tras veinte años en escena es un milagro. Raphael lo logró en lo que considera ‘la noche más feliz’ de su vida».

Tras haber silenciado críticas y superar una nueva prueba de fuego con éxito rotundo, daba la impresión de que este corredor de fondo —después de media vida girando incansablemente alrededor de la pista y luciendo ahora el dorsal «veinte años»— simplemente seguiría corriendo aún más allá cuando terminara esta gira.

Debido a la alta demanda y los llenos diarios, Raphael extendió sus conciertos en el Monumental hasta el 18 de noviembre. Sin embargo, no pudo prolongar más la temporada porque apenas un mes después se estrenaría en ese mismo teatro otro musical histórico para España: «Evita», protagonizado por Paloma San Basilio, una obra que también marcaría un antes y un después en la escena teatral del país.

Tras presentar su espectáculo en Sevilla y regresar a Madrid, el artista se recluyó en un estudio de grabación junto a Manuel Alejandro en enero de 1981 para crear uno de los álbumes más completos y exitosos de su carrera: En carne viva. Una página destacada en la revista Billboard lo anunciaba con palabras contundentes: «El disco más esperado de los últimos cinco años. El reencuentro de Raphael con Manuel Alejandro. Lanzamiento mundial, 15 de abril». Por su parte, una publicación venezolana resaltaba que este nuevo trabajo conjunto entre compositor y artista significaba que «quien sale ganando es la música».

Durante ese periodo, Raphael recibió de manos del rey Juan Carlos I la encomienda de la Orden de Isabel la Católica, sumando así otro reconocimiento a una trayectoria ya colmada de ellos. Su intensa agenda lo llevó nuevamente a tierras mexicanas, el primer país que visitaría en su gira internacional destinada a celebrar sus veinte años de carrera artística.

Luis Ceja, periodista de El Sol de México, plasmó en una crítica el impacto del artista: «Raphael sigue siendo grande, sin duda. Tiene el empaque y el duende de los privilegiados que desde el primer momento logran el milagro de conectar con el público (…). Raphael es un ser excepcional que combina una serie de dones naturales con otros que él mismo se ha encargado de cultivar y perfeccionar para seguir siendo lo que es (…). Raphael es un caso aparte. Solo viéndolo en el centro de un escenario, bañado por las luces de los reflectores, manejando el micrófono y el cable como nadie antes lo hizo jamás, puede entenderse el ‘milagro Raphael'». Como era habitual, su visita a México incluyó un extenso calendario de conciertos en diversos rincones del país. Raphael actuó en Mérida, Puebla, Coyoacán, Puerto Vallarta, Veracruz, Cuernavaca, Aguascalientes, Guadalajara, Tampico, Irapuato y, del 7 al 23 de mayo, en El Patio del Distrito Federal. Este lugar mítico había sido testigo de su primera presentación en México en mayo de 1967. En aquella ocasión sus conciertos comenzaron el 5 de mayo; esta vez arrancaron el día 7, apenas dos días después de cumplir treinta y ocho años.

La gira internacional prosiguió por Argentina, Venezuela, República Dominicana, Panamá, Chile, Perú, Puerto Rico, Ecuador, Colombia y Estados Unidos. En este último país aprovechó sus conciertos en el Theater of the Performing Arts en Miami Beach para disfrutar de una breve escapada con su familia a Disney World. Sin embargo, pronto volvió al ritmo frenético del trabajo para protagonizar dos espectaculares presentaciones los días 11 y 12 de julio en el Felt Forum del Madison Square Garden de Nueva York. Desde ahí continuaría hacia Chicago, Los Ángeles y San Francisco.

Mientras Raphael acumulaba kilómetros en su recorrido por América y Estados Unidos, su éxito resonaba indetenible. La canción Estar enamorado lideraba las listas de ventas en casi todos los países del continente americano. Paralelamente, regresaba a México y España mientras se acercaba el inicio del año 1982 y volvía al prestigioso Carnegie Hall de Nueva York.

En una entrevista previa al estreno de 20 años en escena, un periodista insinuó que quizá Raphael había alcanzado su punto más alto en años anteriores al preguntarle: «¿Tu mejor año fue el 66?».

Con plena seguridad y una visión optimista sobre el futuro, Raphael respondió: «Mi mejor año es el que viene».