Raphael vivió importantes novedades que marcaron su carrera. También tuvo la oportunidad de cumplir uno de sus grandes sueños: protagonizar un musical.
La historia comienza con un momento definido pero con fecha incierta. Durante una serie de conciertos en el teatro Avenida de Madrid, entre el 18 de noviembre y el 26 de diciembre de 1999, Nacho Artime entró en el camerino del artista y le propuso directamente: «Raphael, ¿quieres hacer un musical?». Ese instante marcó el inicio de una de las aventuras artísticas más trascendentales y satisfactorias en la trayectoria del cantante.
Nacho Artime, amigo cercano de Raphael desde hace décadas –autor de algunas primeras crónicas sobre el artista publicadas allá por 1962 en el periódico La Nueva España de Asturias– conocía bien el interés del cantante por participar en un proyecto similar. De hecho, ya en 1974 Raphael dedicó parte de su espectáculo en el Palacio de la Música a interpretar una versión reducida del conocido Jesucristo Superstar. Asimismo, en su programa televisivo El mundo de Raphael exploró piezas como Oliver, Pippin, La verbena de La Paloma y Billy the Liar, mientras que en sus conciertos del 20 aniversario interpretó éxitos de Sweet Charity, Hair y A Chorus Line. A lo largo de los años había expresado múltiples veces su deseo de formar parte de un musical completo.
Grandes nombres del musical
Ese ansiado momento llegó con Jekyll & Hyde, un musical contemporáneo estrenado originalmente en Broadway en 1997 y cuyos derechos para España habían sido adquiridos por Luis Ramírez. Con música de Steve Cuden y Frank Wildhorn y libreto de Leslie Bricusse, la obra se inspiraba en la célebre novela El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, escrita por Robert Louis Stevenson en 1886.
La trama resultaba intrigante y profundamente reflexiva. La historia se centraba en la obsesión del doctor Henry Jekyll por separar las fuerzas que conforman el «bien» y el «mal» dentro del ser humano mediante una poción experimental que él mismo prueba. Este experimento desencadena la disociación de su personalidad, dando nacimiento a su alter ego maligno: Edward Hyde. Paralelamente, la obra exponía la hipocresía existente en la sociedad londinense del siglo XIX, un tema que se puede extrapolar al pasado, al futuro y al presente de cualquier ciudad moderna. Bajo una fachada moral aparentemente impecable, muchos ocultaban deseos e impulsos innombrables que desafiaban las normas sociales establecidas.
Los autores del musical eran figuras destacadas en el ámbito del cine y el teatro. La música, impactante y memorable, estuvo a cargo de Frank Wildhorn, cuya carrera incluyó éxitos como la mundialmente famosa Where Do Broken Hearts Go para Whitney Houston y varias nominaciones a los premios Tony por musicales como La pimpinela escarlata y La guerra civil. Por otro lado, Leslie Bricusse, el letrista, contaba con un impresionante currículum: era responsable de las letras de canciones emblemáticas de películas como Willy Wonka y la fábrica de chocolate, Goldfinger y Sólo se vive dos veces, de la saga 007. Además, había ganado un Grammy por su canción What Kind of Fool Am I?, así como dos premios Oscar: uno por ¿Victor o Victoria?, junto a Henry Mancini, y otro por Dr. Dolittle. Su talento quedó avalado por más de veinte nominaciones en diversas categorías. La versión en español estuvo bajo la dirección de Nacho Artime, experto en adaptar magnos éxitos como Evita y Jesucristo Superstar, entre otros trabajos.
A pesar de no conocerse personalmente, Raphael tenía claro quién era Luis Ramírez. Ingeniero de caminos y arquitecto, Ramírez había decidido cambiar radicalmente de profesión apenas tres años atrás. Apasionado del teatro, en especial de los grandes musicales, había rescatado el Teatro Lara cuando estaba al borde del cierre. Fundó la productora Pigmalión y con ella estrenó en 1997 El hombre de La Mancha en el Teatro Lope de Vega de Madrid, con Paloma San Basilio y José Sacristán en los papeles protagonistas, consiguiendo un éxito arrollador. Además, produjo y dirigió obras como Grease, La magia de Broadway y Peter Pan, posicionándose para muchos como el responsable del resurgimiento del teatro musical en España. Una figura polémica, pero indiscutiblemente talentosa.
La primera propuesta de Artime llegó en el camerino del Teatro Avenida, y la respuesta de Raphael fue de gran interés desde el principio. La idea de protagonizar un musical completo con el desafío adicional de interpretar un «doble papel» lo atrajo enormemente. Conciertos en pleno desarrollo, cierta flexibilidad en fechas y su próximo 40 aniversario artístico aún distante parecían circunstancias ideales para embarcarse en este proyecto.
Sin embargo, Raphael continuó temporalmente con sus recitales según lo programado. Tres meses después, el 18 de marzo del 2000, Artime llevó a Luis Ramírez a Mallorca para presenciar uno de los conciertos del artista en el Auditorium de Palma. Tras el espectáculo, ambos pasaron al camerino. Era la primera vez que Ramírez veía a Raphael actuar sobre un escenario, «en vivo y en directo», confirmando que su estilo interpretativo era perfecto para el personaje que tenían en mente.
A partir de esa instancia, con el interés mutuo de Raphael y Ramírez confirmado, las cosas avanzaron rápidamente. Este ritmo acelerado ha sido una constante en las grandes etapas del cantante: tras negociaciones iniciales y el «sí» decisivo, se pone en marcha un sprint final. Raphael comenzó simbólicamente a dejarse crecer la melena como muestra de su compromiso definitivo con Jekyll & Hyde.
Artime y Ramírez también entregaron al artista una grabación del musical tal como se representaba en Broadway; sin embargo, Raphael prefirió verlo en vivo. A finales de abril viajó junto a Natalia Figueroa a Bremen, Alemania, donde la obra estaba en cartelera. Aunque fue en alemán, quedó profundamente impresionado por el espectáculo. Lo vieron dos días consecutivos antes de regresar a España, donde Raphael debía cumplir con los conciertos restantes previos al inicio de los ensayos.
Finalmente, la rueda de prensa para presentar el musical tuvo lugar el 1 de junio en el Hotel Ritz de Madrid. En esta ocasión, tanto el artista como Luis Ramírez explicaron los aspectos generales del proyecto e insistieron en las innovaciones significativas que la propuesta tendría respecto a las versiones representadas en otras ciudades del mundo.
A principios de julio, tras finalizar los castings para seleccionar al resto del reparto, en los que participaron más de mil actores, cantantes y bailarines, comenzaron los ensayos en el teatro Lara de Madrid. El teatro Nuevo Apolo, donde se estrenaría el musical, aún tenía compromisos pendientes con otros espectáculos. Una vez liberada la agenda, un equipo de eléctricos y carpinteros tomaría el espacio trabajando a contrarreloj para montar el espectacular decorado.
En medio de los ensayos, hubo tiempo para que Raphael viajara nuevamente a Bremen a mediados de julio, acompañado por Artime y Ramírez, con el objetivo de ver nuevamente el montaje de Jekyll & Hyde. Sin embargo, este proyecto alemán difería considerablemente de lo que sería la versión española. Según el press-book publicado tras el estreno, el musical se describía como una producción rica en teatralidad y efectos visuales, buscando generar una atmósfera victoriana reflejo del Londres más apasionante y oscuro. Los efectos especiales destacaban por su realismo, mientras que la iluminación, el sonido y la ambientación mostraban una estética vanguardista resultado del trabajo intensivo tras producir seis musicales en dos años. Más de ciento cincuenta trajes fueron diseñados siguiendo patrones históricos, y la música, interpretada en vivo por trece maestros, se componía de temas merecedores de premios en Norteamérica. Con su estética gótica, la obra se posicionaba como una adaptación inspirada en la literatura universal.
El 22 de julio, Raphael se permitió una semana de descanso con su familia en Niza, momento en que aprovechó para estudiar el complejo libreto del musical. Coincidió también con que su futuro consuegro, José Bono, perdió inesperadamente las primarias del PSOE frente a José Luis Rodríguez Zapatero, una anécdota curiosa que marcó esos días.
De regreso a Madrid, Raphael retomó los ensayos el 30 de julio en el Nuevo Apolo, trabajando arduamente durante todo agosto para pulir cada detalle de la puesta en escena: desde los actores y músicos hasta los decorados móviles, efectos especiales, luces, vestuarios y coreografías con arneses. Todo debía funcionar con precisión absoluta para garantizar el impacto de esta ambiciosa propuesta que buscaba encabezar la temporada con un espectáculo realmente inolvidable.
Gran producción
La producción dirigida por Luis Ramírez reunió un despliegue técnico y humano impresionante. A cargo de la dirección artística estaba Ramírez; la dirección musical corrió por cuenta de Juan José García Caffi y César Belda; mientras que Luisa Rada y Camilla Thulin diseñaron el vestuario. Jorge Blass aportó su experiencia en efectos de ilusionismo; Luka Yexi desarrolló la coreografía; Freddy Guerlache supervisó la iluminación; Jaime García Vinuesa lideró el sonido; y Inma Fernández junto a Roberto Esteban trabajaron en maquillaje y peluquería. El equipo incluyó doce músicos y numerosos técnicos y regidores. El elenco fue cuidadosamente elegido: Raphael interpretó al Dr. Jekyll y Mr. Hyde; Marta Ribera como Lucy; Margarita Marbán como Emma; Guillermo Antón como Utterson; José Ramón Henche como sir Danvers; Enrique Sequero como Simon Stride; Luis Amando como sir Archibald Proops y Paco Arrojo como lord Savage. Completaron el reparto Eva Diago (Nellie), Eduardo López Pons (el obispo de Basingstoke), Noemi Mazoi (lady Beaconsfield) y otros destacados intérpretes.
Las funciones previas comenzaron el 6 de septiembre y el estreno oficial tuvo lugar el día 28 de ese mes. Entre los asistentes al evento destacaron las figuras de Frank Wildhorn y Leslie Bricusse, autores del musical, quienes manifestaron públicamente su admiración y satisfacción por la puesta en escena.
Las críticas fueron mayoritariamente positivas. Juan Ignacio García Garzón tituló su artículo en el diario ABC «Apoteosis de Raphael como Jekyll y Hyde» y destacó el debut teatral del artista en este rol desafiante. Subrayó especialmente cómo Raphael, dirigido con precisión por Luis Ramírez, supo capitalizar su estilo característico para adaptarlo al papel del doctor y sus demonios internos. Su interpretación balanceó momentos de contención con desenfreno según lo demandaba cada escena, logrando así integrarse perfectamente con el sobresaliente espectáculo presentado en el Nuevo Apolo.
Antonio Banderas, quien por entonces negociaba con Luis Ramírez y la Sociedad General de Autores para convertir la antigua estación del Norte en un teatro, un ambicioso proyecto que finalmente quedó en el tintero, asistió a ver el musical poco después de su estreno. Al finalizar, tras posar para unas fotos junto a Raphael y el resto del elenco, compartió unas impresiones que los medios presentes recogieron: «Me ha gustado mucho y admiro el riesgo que asume un hombre que, realmente, no necesitaría demostrar ya nada en esta etapa de su carrera. Transgrede un poco la imagen que tenía. Estoy sorprendido. Raphael forma parte de la historia de nuestro país y es emocionante ver cómo la gente lo quiere».
El artista, quien había conseguido el distintivo logro de ser el único actor-cantante en representar todas las funciones de una temporada del musical Jekyll & Hyde sin suplentes, protagonizó la obra en Madrid hasta el 18 de marzo de 2001. Su papel fue tomado posteriormente por tres actores del elenco original: Enrique Sequero, Paco Arrojo y Luis Amando.
Tras concluir su temporada en el Nuevo Apolo, el musical emprendió una gira por España. Raphael retomó su papel a finales de 2002, interpretándolo nuevamente en las ciudades de Barcelona y Valencia. Poco después, apareció en un nuevo especial navideño para Televisión Española. Sin embargo, ya era evidente el deterioro en su salud, agravado por problemas hepáticos que llevaba arrastrando desde hace tiempo.
En abril de 2003, tras someterse a un trasplante de hígado, Raphael reapareció en los escenarios el 25 de septiembre de ese mismo año.
Luis Ramírez, a sus treinta y nueve años, falleció el 30 de abril de 2004.