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Desde que Rafael Martos tocó la puerta de la academia dirigida por el maestro Gordillo durante los primeros pasos de su carrera, diversas figuras se convirtieron en pilares esenciales para el artista. Este estrecho grupo fue determinante en la construcción del futuro de Raphael, cuya historia habría sido probablemente diferente sin ellos, aunque se desconoce si para mejor o para peor.

En el caso de los grandes nombres de la música, independientemente del género o país, suele existir un respaldo esencial proveniente de personas que ponen su talento y esfuerzo al servicio de convertir los sueños en realidad. Desde compositores hasta representantes y consejeros clave, estas figuras han contribuido de manera significativa al éxito artístico.

Igual que sería difícil imaginar la trayectoria de Elvis Presley sin su manager Tom Parker, la de los Beatles sin Brian Epstein, la de Mecano sin Rosa Lagarrigue o la de Rocío Dúrcal sin Luis Sanz, tampoco se podría concebir el ascenso meteórico de Raphael sin el apoyo fundamental de ciertas personas a lo largo de su vida profesional. En sus inicios, cuando se tomaron decisiones cruciales para proyectar su futuro artístico, tres nombres destacaron: Paco Gordillo, Manuel Alejandro y Francisco Bermúdez.

Ellos conformaban el soporte original del cantante: un manager, un compositor y un representante que fueron decisivos en el llamado «boom de Raphael». Contribuyeron desde distintos ángulos —organización, creación musical y estrategia profesional— logrando consolidar su éxito.

El «clan» original

Los comienzos estuvieron marcados por una relación clave. Raphael conoció a Paco Gordillo en la academia dirigida por su padre y, desde entonces, se convirtió en su amigo y manager. Paco fue quien primero percibió el potencial artístico del joven cantante y apostó por él sin reservas. Con dedicación absoluta y comprometiendo incluso sus propios recursos, Paco abrió puertas fundamentales para lograr que Raphael alcanzara notoriedad.

Aunque Manuel Gordillo, el padre de Paco, desempeñó un papel central en la historia inicial del artista, nunca formó parte activa del conocido «clan». Esto no resta importancia a su contribución: fue quien brindó a Raphael la oportunidad de participar en Eurovisión, facilitó su primer contrato discográfico con Philips, gestionó el acceso a festivales como el de Benidorm e incluso conectó al cantante con Eddie Barclay. Sin duda, su influencia fue decisiva en los primeros éxitos del intérprete.

En la academia, además de encontrarse con su hijo, Raphael conoció a Manuel Alejandro. Fue Paco Gordillo quien los presentó. Resulta importante destacar cómo cada acción tomada por ambos en esos primeros años se revela, con el paso del tiempo, crucial para que Raphael alcanzara el éxito tan rápidamente. ¿No habría triunfado si las circunstancias hubieran sido otras? Es probable que sí, pero la historia habría tomado un rumbo diferente. El día que Gordillo presentó a Raphael y Manuel Alejandro marca uno de los momentos clave en esta trayectoria. ¿Habrían llegado a conocerse en otro contexto o lugar? Es imposible saberlo. Lo que es cierto es que todo ocurrió de esa manera, y sin aquella presentación en ese preciso instante de búsqueda personal por parte de los tres, no existirían canciones emblemáticas como Yo soy aquel, Cuando tú no estás, Desde aquel día ni Hablemos del amor.

Raphael menciona en sus memorias lo siguiente sobre Paco Gordillo: Paco dejó su carrera por mi culpa, sin buscar beneficio económico. Apostó todo en mí. Y hay que tener una valentía especial para arriesgarse de esa manera. Gordillo abandonó los libros cuando aún no había nada seguro para ganar. Bueno, no exactamente nada: existen momentos en la vida donde la amistad supera el valor de cualquier cheque en blanco. Paco ha sido el único al que realmente consideré mi manager. Los demás han sido para mí solo secretarios o road managers, responsables de organizar giras o manejar agendas, pero manager—es decir, alguien que te aconseja, guía, reconoce lo que es correcto para ti de inmediato y negocia en tu nombre—solo ha habido uno.

La relación con Francisco Bermúdez, sin embargo, comenzó con ciertas fricciones. Tras el triunfo en el festival de Benidorm, los contratos que ofrecían a Gordillo no cumplían sus expectativas, así que decidió tomar cartas en el asunto y acudió junto al cantante a las oficinas del empresario. Para entonces, Bermúdez ya era el referente más destacado en España. Fueron recibidos por Javier Mir, quien junto a Raúl Pernia desempeñaba funciones clave como mano derecha del poderoso representante.

El día que Raphael y Gordillo conocieron personalmente a Bermúdez en su gran despacho de Gran Vía, este mostró una notable indiferencia. Aunque comenzó a conseguirle algunos contratos eventuales, sus diferencias acerca de qué tipo de locales eran ideales para las presentaciones generaron tensiones. Curiosamente, muchos de esos acuerdos se concretaron gracias a la secretaria del empresario, Mari Carmen del Pozo, una sólida aliada para Raphael que lograba incluirlo cuando otros empresarios preguntaban por artistas distintos.

Sin embargo, estas desavenencias no perduraron demasiado. Tras la insistencia de Pernia y Mir, Bermúdez finalmente accedió a asistir a un concierto de Raphael—algo a lo cual había rehusado pese a trabajar ya juntos—y comprendió entonces que estaba frente a alguien extraordinario. Pasó de ser un empresario que negociaba contratos ocasionales a convertirse en su representante exclusivo. Así, igual que Paco Gordillo y Manuel Alejandro, Bermúdez fue otro pilar fundamental en la ascendente carrera del joven artista.

En una entrevista realizada por el diario ABC en 1975 con motivo de sus veinticinco años de trayectoria profesional, se le preguntó a Bermúdez: ¿Recuerda usted los nombres más importantes de los artistas que ha traído a España? El empresario respondió: ¡Sería una lista interminable! Apunte algunos: Marlene Dietrich, Louis Armstrong, Aretha Franklin… Y los Beatles, Sammy Davis Jr., Frankie Avalon, Charles Aznavour, Sacha Distel, Françoise Hardy, Tom Jones, Jayne Mansfield, Diana Dors, Jane Russell y Ludmila Tcherina… Como verá, nunca terminaría de mencionar grandes nombres… Domenico Modugno, Rita Pavone, Gigliola Cinquetti, Johnny Hallyday, Sylvie Vartan, Amália Rodrigues, Shirley Bassey y Petula Clark… Últimamente Telly Savalas y Liza Minnelli. ¿Y españoles que han destacado internacionalmente gracias a usted? Esa lista sería aún más extensa. Podemos resumirlo en un único nombre: Raphael, quien desde hace años recorre el mundo y ha abierto las puertas internacionales a la canción española.

Cuando Raphael dio el gran salto a la fama a mediados de la década de 1960, la prensa ya comenzaba a hablar del «clan». Lo hacía incluso con cierto aire de misterio, planteándose preguntas como: «¿Quiénes están detrás de su éxito?». Para la mayoría, el grupo principal se limitaba a Gordillo, Alejandro y Bermúdez, aunque con el paso de los años el círculo se amplió para incluir a otros que se sumaron a la aventura. Entre ellos, figuras como Alfredo Tocildo, Alfredo García Segura, el médico Enrique Barandiarán y el abogado José Luis Ducasse, quienes jugarían roles importantes en distintos aspectos de la trayectoria del cantante.

En el libro *La boda del silencio*, publicado por el periodista Yale con motivo del matrimonio entre Raphael y Natalia Figueroa, se ofrece un breve panorama de las personas consideradas más cercanas al artista. El autor comenzaba diciendo: «Raphael no está solo. Un hombre que despierta histerias colectivas, que canta hoy en Perú, mañana en Nueva York y la semana próxima en Rusia; que debe recorrer el mundo entero, necesita una organización eficiente. Raphael cuenta con las personas ideales que han contribuido a elevarlo al más alto pedestal de la fama». Francisco Gordillo, por ejemplo, es descrito como «un hombre de acción» que abandonó la carrera de ingeniero agrónomo para dedicarse a los negocios editoriales y posteriormente convertirse en el representante y amigo íntimo de Raphael. Gordillo se encargaba de aspectos clave como la organización de las giras, la seguridad del cantante y la logística de sus presentaciones.

Por su parte, Francisco Bermúdez era el encargado de negociar los contratos internacionales del artista, ocupándose de los intrincados aspectos legales y financieros relacionados con su carrera. Aunque ocasionalmente acompañaba a Raphael en las giras, su papel principal era garantizar acuerdos ventajosos por todo el mundo.

El «clan» extendido

Comenzó a formarse con algunas incorporaciones posteriores. Alfredo Tocildo, por ejemplo, llegó a la vida de Raphael durante la preparación de *Cuando tú no estás*, la primera película protagonizada por el cantante. Al principio, su relación no fue especialmente amistosa; Tocildo era jefe de prensa de la productora y ambos tuvieron diferencias notables. Sin embargo, con el tiempo Tocildo se integró al equipo de Raphael como persona de confianza para las relaciones con la prensa, desarrollando una amistad profunda. Además, escribió la primera biografía autorizada del cantante, colaboró como coguionista en la película *Volveré a nacer* y fue padrino del primer hijo de Raphael.

En una entrevista tras publicar la primera parte de esa biografía, Tocildo fue preguntado sobre el futuro artístico del artista. Respondió: «Lo que menos tiene ahora mismo Raphael es pasado. Yo pienso que acaba de empezar un futuro internacional. Para mí es uno de los diez mejores artistas de la canción en este momento».

Tras la prematura muerte de Alfredo Tocildo en 1983, Natalia Figueroa escribió en el diario *ABC*: «Conocerte fue un premio, y quererte casi una obligación. Tu ilusión por todo, tu entusiasmo hacia todo, tu sensibilidad, tu cultura, tu sentido del humor fuera de serie, tu personalidad arrolladora, tu ingenio, te convertían en un ser absolutamente excepcional».

Otro miembro clave que se sumó al grupo a finales de los años 60 fue Alfredo García Segura. Este compositor, junto a su hermano Gregorio, había creado populares canciones como *El telegrama*, ganadora del festival de Benidorm en 1959, y el célebre bolero *Envidia*, grabado por intérpretes como Antonio Machín y posteriormente por Raphael en su disco *Te llevo en el corazón*. Durante su colaboración directa con el cantante, García Segura compuso grandes éxitos como *Eres tú*.

A lo largo de los años, muchas otras personas han jugado papeles fundamentales en la carrera de Raphael sin pertenecer al «clan» original o al grupo ampliado de los años sesenta y setenta. Actualmente, una figura destacada es Rosa Lagarrigue, quien ha asumido funciones similares a las desempeñadas por Gordillo y Bermúdez en su época.

Como suele ocurrir en estos casos, el grupo inicial no se mantuvo unido para siempre. La relación profesional entre Raphael y Francisco Bermúdez se distanció durante los años 70, aunque colaboraron ocasionalmente en la década de 1990. Bermúdez falleció en 1998, marcando el final definitivo de una etapa memorable en la vida del artista.

Paco Gordillo y Raphael se distanciaron profesionalmente a mediados de los años setenta. En esa época, el notable talento de Gordillo fue crucial para impulsar las carreras de figuras como Rocío Jurado y Marisol, entre otros. Los caminos de Raphael y Gordillo volvieron a cruzarse en los años ochenta, pero finalmente decidieron no trabajar juntos a finales de esa década, optando por seguir trayectorias independientes. Sin embargo, su amistad permaneció intacta. En las memorias del cantante, este recuerda su relación con Gordillo y Manuel Alejandro: «Durante mucho, mucho tiempo, los tres éramos inseparables. En cierto modo, lo seguimos siendo. Nos unen demasiadas cosas. Demasiados años compartidos».

Paco Gordillo falleció en 2011. En los últimos años de su vida, especialmente tras el trasplante hepático de Raphael en 2003, la relación entre ellos alcanzó una estrecha conexión, repleta de cariño y complicidad, como si el paso del tiempo no hubiera afectado en absoluto.

Cuando Raphael y Manuel Alejandro retomaron su colaboración artística después de muchos años, el cantante dedicó su nuevo disco de manera especial: «Este álbum se lo dedicamos, tanto Manuel Alejandro como yo, a nuestro queridísimo hermano Francisco Gordillo, quien nos unió y nos alentó en los momentos difíciles y en los inicios de nuestra proyección internacional. Nos abrió mil puertas para adentrarnos en un mundo marcado por la efímera e inconsistente gloria. Siempre inquieto, se nos adelantó unos segundos porque le urgía descubrir qué ocurre en esa tan mencionada otra vida. Allá donde esté, seguro que se siente feliz por mi reencuentro con Manolo y su música, que siempre fue y será parte de nuestra esencia».