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Luego de varios años de negociaciones y reuniones complejas y lentas, finalmente llegó el momento en el que Raphael pisaría suelo soviético por primera vez. Se trataba de un país inmenso, con una cultura distinta y, a priori, distante, aunque la acogida al artista desde el inicio fue asombrosa.

Durante años, la maquinaria para llevar a Raphael al territorio soviético había quedado paralizada. Los contactos con el Gosconcert, organismo estatal encargado de contratar artistas extranjeros, se habían producido en múltiples ocasiones sin grandes avances. Los trámites se eternizaban principalmente porque las relaciones diplomáticas entre España y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas simplemente no existían por razones evidentes. Esta situación dificultaba considerablemente cualquier intento de concretar fechas o condiciones técnicas y económicas.

Sin embargo, en 1970 se produjo un punto de inflexión tras el estreno de «Digan lo que digan», tercera película protagonizada por Raphael que fue exhibida en Moscú y otras ciudades de la URSS. Ante el rotundo éxito del filme en tierras soviéticas, Francisco Bermúdez tomó cartas en el asunto escribiendo al director del Gosconcert una misiva fechada el 15 de octubre de ese mismo año. En ella se hacía eco del impacto alcanzado por la película al otro lado del telón de acero. El largometraje había sido todo un fenómeno y Raphael se había transformado en una figura sumamente reconocida, lo que parecía abrir las puertas para retomar las ya prolongadas negociaciones.

Recientemente han salido a la luz documentos con un gran valor histórico recopilados por clubs de fans rusos. Entre ellos se encuentran cartas entre Bermúdez y N. Aleschenko, director del Gosconcert, que reflejan lo arduas —y probablemente desesperantes— que estas gestiones llegaron a ser para ambas partes. Como no había comunicación telefónica entre los dos países, todo debía discutirse exclusivamente mediante correspondencia escrita. Las cartas enviadas por Bermúdez, redactadas en inglés, eran recibidas en Moscú para ser traducidas al ruso por intérpretes oficiales. Por su parte, las misivas del Gosconcert llegaban inicialmente solo en ruso. Esto suponía un gran inconveniente para Bermúdez, quien dependía en Madrid de una única persona capaz de realizar traducciones fiables del ruso al español. Debido a su limitada disponibilidad, este proceso podía tomar hasta veinte días. Fue hacia el final de las negociaciones cuando algunas cartas comenzaron a llegar directamente en inglés.

En sus comunicaciones, Bermúdez intentaba facilitar las gestiones ofreciendo alternativas claras pero también insistía en las estrictas condiciones técnicas requeridas para los conciertos de Raphael. Sin embargo, dichas exigencias —como era de esperarse— resultaban costosas y complicadas para los organizadores soviéticos. En cada ciudad donde se programara un concierto, aparte de los músicos habituales que acompañaban al artista —como su director musical César Gentili, el guitarrista Santiago Reyes y el baterista Joaquín Liébanas Quinito— el Gosconcert debía proporcionar casi treinta músicos adicionales: un bajista, cinco saxofonistas, tres trompetistas, dos trombonistas, tres violonchelistas, nueve violinistas, tres violistas, un percusionista con timbal y un intérprete de vibráfono.

Finalmente, Bermúdez estableció un límite para la última presentación en suelo soviético: esta no podría realizarse después del 20 de mayo debido a que el 24 de ese mes Raphael debía debutar en Ciudad de México.

De ahí surgía la urgencia de cerrar todos los detalles lo antes posible. El Gosconcert proponía una gira de entre tres y cuatro semanas, pero la apretada agenda de Raphael dejaba claro que el viaje a la URSS debía realizarse, como muy tarde, a finales de abril. Organizar todos los elementos de una gira internacional en tan poco tiempo, y más tratándose de un país nuevo y prácticamente desconocido, era un desafío. Sin embargo, visto con el paso del tiempo, aquel era el momento perfecto para dar el paso. Las dos partes pusieron todo de su parte para que finalmente se firmara el contrato.

Como ya se ha mencionado, Raphael, gracias al reciente éxito de «Digan lo que digan», se había convertido en una figura muy reconocida en la Unión Soviética. Tanto el Gosconcert como Francisco Bermúdez tenían claro que harían lo necesario para que el cantante visitara el país sin más dilaciones.

Rumbo a la URSS

El 19 de abril de 1971, Raphael, acompañado por Francisco Bermúdez, Francisco Gordillo, los músicos de su banda y la fotógrafa Juana Biarnés, inseparable amiga del artista, partieron desde el aeropuerto de Barajas rumbo a París. Allí realizaron una escala técnica para dejar sus pasaportes —que bajo el régimen franquista incluían la cláusula «válidos para todo el mundo excepto Rusia y países satélites»— y recoger los salvoconductos que les permitirían ingresar en territorio soviético. Al día siguiente continuaron su viaje hacia Moscú en el vuelo 270 de Air France.

Raphael escribiría apenas un mes después: «Por primera vez en mi carrera artística llegué nervioso e intranquilo a un país. Y no es que me hubieran advertido que el público ruso era especialmente difícil para los artistas. Al contrario: me aseguraron que eran personas maravillosas, como pude comprobarlo. Pero Rusia, con sus leyendas, sus incógnitas y su lejanía, me imponía demasiado… Realmente, es un mundo distinto al que conocemos. Viajar a Rusia ha sido para mí una experiencia inolvidable».

El grupo aterrizó en suelo soviético el 20 de abril. En el aeropuerto esperaban los representantes del Gosconcert y Sergei Perlin, un intérprete designado para acompañarles durante toda la estancia. Pero también aguardaban miles de fans soviéticos ansiosos por recibir a Raphael, quien fue transportado directamente al hotel Metropol, alojándose en una suite impresionante pero solo por unas horas, ya que ese mismo día debía dirigirse con todo su equipo a Leningrado (actual San Petersburgo). A las once de la noche subieron al mítico tren nocturno Flecha Roja, que une Moscú con Leningrado.

A la mañana siguiente llegaron a la estación Vitebsky. Allí les esperaba una multitud masiva pero impactantemente respetuosa. Raphael siempre recuerda con asombro este fenómeno fan tan diferente al que estaba habituado en otros lugares: sin gritos, sin tumultos ni escenas de histeria colectiva. Todo ocurría de forma calmada y ordenada.

Uno de los momentos más especiales según rememora el artista sucedió semanas después en Moscú. Durante un paseo desde el hotel Metropol al teatro Bolshoi, donde visitó una escuela infantil de danza, miles de personas esperaban a lo largo del recorrido para saludarle. Con discreción y casi en susurros le decían «spasiva» (gracias) mientras él pasaba.

El debut de Raphael en la Unión Soviética tuvo lugar el viernes 23 de abril, dos días después de llegar a Leningrado. Mientras tanto, aprovechó los días previos para ensayar y conocer algunos sitios emblemáticos de la ciudad. Uno de ellos fue el museo Hermitage, cuya visita consideró imprescindible.

A pesar de tratarse de su primera gira por este país, el Gosconcert decidió ir a lo grande desde el principio. No fue un viaje preliminar ni una prueba destinada a medir la acogida del público. A diferencia de lo ocurrido en otros lugares donde Raphael actuó por primera vez, aquí su debut ocurrió en grandes teatros y auditorios con aforos impresionantes. Fue un acierto rotundo en cuanto a organización y asistencia.

Un éxito sin igual

La primera gira de Raphael por la Unión Soviética, al igual que muchas de las que siguieron, se convirtió en un auténtico fenómeno de masas. Si bien podía resultar inesperado, lo cierto es que sorprendió profundamente.

Las fechas de los conciertos fueron organizadas así: en Leningrado, los días 23, 24 y 25 de abril en el Palacio de la Cultura; luego, del 27 al 30 de abril y los días 1 y 2 de mayo en el auditorio Octubre. En Moscú, los espectáculos se realizaron el 4, 5, 6 y 7 de mayo en el Palacio de los Deportes Luzhniki, con capacidad para catorce mil personas; el 8 en el teatro de Variedades; del 10 al 12 de mayo en el teatro de la Opereta, equivalente al teatro La Zarzuela de Madrid; los días 14 y 15 en la Sala de Conciertos Octubre; y finalmente, el 16 en un evento privado en el Aula Magna de la Universidad Estatal.

Ante el enorme éxito que llenó hasta el último rincón de cada concierto, Raphael volvió a Leningrado para ofrecer tres más: el 17 de mayo en el teatro de la Comedia Musical y los días 18 y 19 nuevamente en el Palacio de la Cultura.

Como él mismo ha mencionado en múltiples entrevistas y en su autobiografía, este triunfo en un país tan distante y culturalmente desconocido como la Unión Soviética superó cualquier expectativa imaginable. Y aunque podría parecer una percepción personal del artista, lo ocurrido queda respaldado por numerosos relatos tanto españoles como rusos. Existen cientos de documentos gráficos que capturan momentos inolvidables: Raphael saludando con los brazos alzados frente a una multitud emocionada, miles de personas que llegaron incluso a aprender español para comprender mejor las canciones que interpretaba.

Por razones evidentes, es imprescindible señalar que esta primera gira marcó un hito indiscutible en la trayectoria del cantante. Específicamente emotivo fue el cumpleaños número veintiocho del artista, celebrado en Moscú el 5 de mayo. Sopló las velas sobre dos tartas: una durante su actuación en el Palacio de los Deportes, donde catorce mil asistentes entonaron su peculiar versión del cumpleaños feliz, y otra cerca de la medianoche junto a sus músicos y Paco Gordillo en la Plaza Roja, frente a la emblemática catedral de San Basilio. Dos momentos cargados de simbolismo que quedaron inscritos para siempre en su historia personal.

Entre las crónicas y fotografías que documentaron esta exitosa gira por la URSS y que acapararon portadas internacionales, existe un archivo especial recuperado recientemente por uno de sus clubes de fans rusos. Se trata de un documento escrito por Sergei Perlin, quien fue designado como intérprete oficial por el Gosconcert para asistir al cantante. No solo realizó traducciones ni dio asistencia lingüística, sino que elaboró un detallado informe sobre cada movimiento del artista y su equipo con observaciones personales incluidas. Este particular «diario» lleva como título “Informe del intérprete S. L. Perlin sobre la gira del cantante español Raphael por la URSS”.

El escrito, aparentemente solicitado por las autoridades del Gosconcert y vinculado al Partido Comunista, ofrece un retrato minucioso de las personalidades e intereses ideológicos del grupo. Por ejemplo, sobre Paco Gordillo menciona que es un «opositor ferviente a la guerra de Vietnam» y «curioso por los aspectos culturales y económicos del país». Por otra parte, sus reflexiones sobre César Gentili, director musical, destacan que este es argentino residente en España desde hace ocho años, colaborador con Raphael desde hace uno y perteneciente a una familia humilde. Gentili es descrito como socialista convencido, músico culto e intelectual con amplia erudición; además añade que este narrador excepcional es “soltero declarado” y no desea regresar a Argentina debido a su rechazo hacia las políticas de la dictadura militar.

Estos relatos no solo añadieron una dimensión “novelera” a aquel momento histórico en Moscú y Leningrado; también aportan un invaluable matiz humano a todo lo sucedido alrededor del artista durante esta inolvidable aventura soviética.

También se habla acerca de los otros músicos que acompañaban a Raphael. El guitarrista Santiago Reyes, oriundo de Argentina, dejó su país debido a motivos políticos. Colabora con Raphael desde hace cuatro años y goza de gran confianza por parte del artista. Es descrito como una persona modesta y honesta. Según sus propias palabras, se define como cristiano socialista y sostiene que la teoría de Lenin es, en su opinión, un argumento científico que se alinea con los ideales de Cristo acerca de la bondad, el amor al prójimo y la prosperidad general. Por otro lado, sobre Joaquín Liébanas, el batería del grupo, se menciona que es alguien completamente desvinculado de la política y deja claro que nunca ha tenido interés en ella. Lo describen como un hombre sencillo y honrado.

En el artículo publicado por Raphael sobre su visita a Rusia, el artista retrata al intérprete Sergei Perlin de manera peculiar, señalando que lo percibe como alguien simpático y gracioso sin siquiera proponérselo. Sin embargo, añade que hay un aspecto que le resulta algo molesto: su constante insistencia en hablar del Partido. Raphael le responde con humor que no tiene interés alguno en la política y afirma, entre bromas, que los únicos partidos que le interesan son los encuentros de la selección española contra rivales internacionales.

En relación al fútbol, durante esta gira Raphael tuvo la oportunidad de conocer a una figura legendaria del deporte: Lev Yashin, el portero de la selección soviética conocido como la «araña negra». Este encuentro causó furor entre los más futboleros del grupo. Siendo miembro del partido comunista, Yashin recibió del Estado dos invitaciones para uno de los conciertos. Durante su conversación con Raphael, expresó que planeaba ceder las entradas a sus dos hijas, quienes estaban entusiasmadas por verlo en directo. En respuesta, Raphael decidió ampliar la invitación con dos boletos adicionales para que toda la familia Yashin pudiera asistir al evento e incluso se ofreció a llevarlos en su propio coche hasta el teatro.

Regresando al informe redactado por Perlin, Raphael destaca cómo en un país donde, según comentó la ministra de Cultura, «no era bien visto el culto al individualismo», el intérprete concluyó declarando que, si bien no tenía las competencias necesarias para evaluar los aspectos artísticos de Raphael, personalmente disfrutaba mucho su trabajo. El informe está fechado el 24 de mayo de 1971. Sin embargo, algunos especulan que esta evaluación subjetiva podría haber sido la razón por la que Perlin no acompañó a Raphael en sus siguientes giras por el país.

Aquellas giras marcaron un hito en la carrera del artista, llevándolo a recorrer varias ciudades del interior de la Unión Soviética y consolidando un éxito sin precedentes.