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Sobre las giras en la Unión Soviética durante los años setenta, su impacto fue realmente notable. La experiencia inicial de 1971 dejó claro que Raphael tenía un éxito sorprendente incluso en un país tan distinto al suyo. Durante el resto de la década, regresó en tres ocasiones: 1972, 1974 y 1978.

En su primera visita, Raphael actuó ante decenas de miles de espectadores en Leningrado y Moscú con un éxito inédito en su carrera. En los siguientes viajes amplió su alcance a muchas más ciudades, incluyendo lugares tan remotos como Tashkent, capital de Uzbekistán cercana a la frontera china, y otras localidades del interior del extenso país que también ansiaban recibirlo.

El 1 de septiembre de 1972, Raphael partió de Madrid hacia Moscú, haciendo escala en París. Natalia Figueroa, quien disfrutaba unas vacaciones en Biarritz junto a su familia, se unió al artista en la capital francesa. Ambos habían contraído matrimonio apenas mes y medio antes. Las especulaciones sobre si su nueva vida marital afectaría a su carrera fueron disipadas rápidamente por los exitosos conciertos realizados previamente en España. Los medios confirmaban que el número de seguidores seguía intacto. A pesar de ello, algunos periodistas insistían con preguntas como: «¿Podrá Raphael repetir el éxito de su primera gira por la URSS ahora que está casado?» Aunque lejos de perjudicar su popularidad, surgió una curiosa evidencia: en varias estaciones del metro de Moscú se vendían fotografías de Raphael junto a Natalia el día de su boda.

En algunas de las últimas entrevistas realizadas antes de su partida hacia Moscú, además de abordar la mencionada cuestión, los periodistas insistían en destacar otro tema recurrente: «¿Sigue vigente Raphael?». En una de esas entrevistas, incluso de forma indirecta, se le preguntaba: «Después de diez años, ¿crees haber alcanzado tu máximo?». La respuesta de Raphael era clara: «No. Ninguna persona de veintinueve años puede haber llegado al máximo de nada. Alcanzaré el máximo cuando tenga sesenta o setenta años. Imagínate todas las cosas que aún puedo hacer». Por aquel entonces, se le comparaba en términos de longevidad artística con figuras como Maurice Chevalier y Frank Sinatra, quien entonces tenía cincuenta y siete años. Parecía toda una osadía afirmar que Raphael aún tenía un largo camino por delante. Esa obsesión tan característica de la cultura hispana por tratar de destronar a los ídolos era evidente en aquellos años, aunque hoy, más de cuatro décadas después, se recuerda con indulgencia y una sonrisa.

La segunda gira por la URSS

No existía ningún señalamiento objetivo que pudiera cuestionar la carrera de Raphael. De hecho, la gira de 1972 fue una de las más largas y exitosas en territorio soviético y probablemente también respecto a otros países que él había visitado previamente. Esto resulta especialmente destacable si consideramos que todos los conciertos agotaron las localidades meses antes de su llegada al país. Y no fueron pocos los escenarios: Bakú, del 3 al 8 de septiembre; el Palacio de Deportes de Tbilisi, del 10 al 12; el Palacio de Hielo de Tashkent el día 13; el Palacio de la Cultura de Leningrado entre el 16 y el 22; el Palacio de Deportes de Vilnius del 24 al 27; el Palacio de Deportes de Minsk los días 29 y 30 de septiembre y 1 y 2 de octubre; en Kiev del 4 al 7; y finalmente en el Teatro de Variedades de Moscú los días 8, 9 y 10. En muchas de esas fechas se llegaron a realizar dos conciertos diarios con el propósito de atender la abrumadora demanda.

Gran parte de la prensa, que por aquel entonces también anunciaba el próximo estreno de Volveré a nacer, la nueva película del artista, mostraba un respaldo categórico hacia Raphael, detallando fielmente cada evento relacionado con esta segunda visita a la URSS. «Antes del inicio de la gira, Raphael dedicó cuatro días a ensayar con la sección de cuerda y metal de la Filarmónica de Moscú… ¿Habían oído algo similar? Cuarenta músicos seleccionados exclusivamente para acompañar a Raphael en su gira por el país. Todo ello coordinado por el departamento cultural del Ministerio soviético encargado de estos asuntos. Pocos artistas en el mundo -y mucho menos aquellos dedicados a la música ligera- han recibido en Rusia un trato tan privilegiado como el que se le ofreció a Raphael».

Sergei Perlin, quien había sido intérprete del artista durante su primera gira en 1971 y redactado un detallado informe para el Ministerio de Cultura sobre aquella experiencia, se presentó en el hotel para saludarlo y conocer a Natalia. No obstante, por razones que pueden especularse pero no conocerse con certeza, el gobierno decidió asignar un nuevo intérprete oficial para esta segunda visita. Su nombre era Oleg Popov, una persona correcta y afable que logró establecer buena relación con todos, especialmente con Natalia, Raphael, Soledad y Paco Gordillo. Además del intérprete y los refuerzos puntuales durante conciertos o actos públicos, Raphael contaba siempre con un equipo de cuatro policías asignados por el Ministerio de Justicia que, junto al Ministerio de Cultura, demostraban su empeño por asegurar que no hubiera contratiempos durante la estancia del artista.

El periodista estadounidense Peter Girldre, quien había seguido la trayectoria de Raphael en ciudades como Nueva York, Las Vegas y Londres, publicó un artículo en la revista Lecturas con especial relevancia para entender el sorprendente éxito del artista español en la Unión Soviética. En su crónica, Girldre compartía: «Me he prometido ser absolutamente imparcial y así lo haré. Qué cosas tan curiosas, decía un colega hace unos días en Nueva York. ¿Un español como ídolo en la Unión Soviética? ¿Será realmente tan grande como dicen? Con esa duda en mente, preparé mi maleta y aterricé en Moscú. Me resulta imposible describir la actitud de la gente hacia el cantante. Las manos se extendían para saludarlo y los gritos de bienvenida se multiplicaban. Pero lo más sorprendente es algo mucho más profundo que las palabras no logran explicar: esos ojos, esas expresiones que veo… No es solo admiración o adoración, es una verdadera devoción lo que estas personas sienten por Raphael».

Entre los muchos detalles destacados por el periodista, coincidía con lo que otros medios soviéticos mencionaban acerca del Palacio de los Deportes de Tbilisi, donde las entradas se agotaron meses antes de los conciertos. Además, la organización Gosconcert solicitó a Raphael que ofreciera dos actuaciones el último día, petición que fue aceptada por el artista. Solo en esa ciudad, logró congregar cuarenta mil personas a lo largo de sus diferentes presentaciones.

Ante la creciente demanda y la reventa descontrolada, ampliaron el número de conciertos como medida paliativa. Las entradas más caras costaban 6 rublos en taquilla, equivalentes a unas cuatrocientas pesetas de 1972, pero en la reventa alcanzaban precios exorbitantes de hasta 18 rublos. Era un verdadero frenesí si se comparaba con los 3 rublos que costaba una entrada de primera fila en el teatro Bolshoi de Moscú.

Oleg Popov, durante una charla informal con Peter Girldre, confesó: «Es increíble, nunca hemos vivido algo semejante con un artista. Este país lo ha convertido en su ídolo». Cuando se le preguntó por qué Moscú no estaba inicialmente contemplada en la gira, explicó que el año anterior, durante el cumpleaños de Raphael celebrado en el Palacio de los Deportes de la capital, las fuerzas policiales enfrentaron serias dificultades para mantener el orden público. «Esto llegó a convertirse en un problema serio para nosotros. Todo esto es insólito en mi país».

La extensa gira incluyó conciertos en España y otros diez en Washington, mientras Raphael viajaba por el mundo como si fuera una bola de pinball. En esta etapa estrenó Romántica Moscú, una canción compuesta por Manuel Alejandro que recibió una acogida espectacular entre el público ruso. En Leningrado, como gesto hacia la ciudad o tal vez para evitar posibles rivalidades entre las distintas regiones apasionadas por él, adaptó el título al cantar Romántica Leningrado.

En una entrevista realizada en esta última ciudad, le preguntaron sobre los países que había visitado. Raphael respondió que habían sido muchísimos, prácticamente de todos los continentes, aunque aún le quedaba pendiente conocer Australia. Lo que él ignoraba entonces es que estaba a solo tres años de incluir ese destino en su trayectoria internacional.

Natalia regresó a Madrid antes que Raphael para reincorporarse a su trabajo como presentadora del programa Si las piedras hablaran. No obstante, algunos medios insinuaron que su regreso podría estar motivado por un posible embarazo, algo que pronto se confirmaría aunque no era cierto en ese momento. Durante esta gira de 1972 comenzó a surgir entre los fans una curiosa tendencia: muchos se acercaban al artista para mencionar que estaban estudiando español con el objetivo de entender sus canciones y leer sus entrevistas. Incluso algunas parejas confesaban haber cambiado el nombre planeado para su hijo y decidido llamarlo Rafael en honor al cantante. Aunque hoy parece sorprendente, todo esto ocurrió frente a multitud de testigos.

Las giras de 1974 y 1978

La tercera visita de Raphael a la Unión Soviética tuvo lugar a finales de 1974, tras una exitosa temporada de 58 conciertos seguidos en el Palacio de la Música de Madrid entre abril y junio, además de realizar una gira por diversas ciudades españolas, visitar Japón por segunda vez y recorrer América Latina. A nivel personal, también coincidió con el nacimiento de Alejandra, su segunda hija junto a Natalia.

La tercera gira fue nuevamente un éxito extraordinario, aunque pueda parecer redundante. En esta ocasión, Raphael actuó en tres ciudades diferentes a lo largo de cerca de un mes. Del 19 al 24 de octubre, se presentó en el teatro Rossia de Moscú; del 26 al 31, en el Palacio de los Deportes de Minsk; volvió a Moscú del 2 al 6 de noviembre, pero esta vez en el teatro de Variedades; y, finalmente, del 8 al 16 de noviembre, ofreció espectáculos en Leningrado.

Natalia lo acompañó únicamente durante su estancia en Leningrado, ya que debía atender a Jacobo y Alejandra. Junto a ella estuvo Alfredo Tocildo, uno de los colaboradores más cercanos de Raphael en materia de comunicación y, sobre todo, un gran amigo del cantante. Tocildo formaba parte del grupo de personas cercanas a Raphael que, lamentablemente, fallecieron demasiado jóvenes, como Michel Bonnet, Carmen Pageo y Roger López.

Por razones de salud relacionadas con el corazón, Tocildo no había podido asistir a Rusia durante las dos primeras giras ni al matrimonio celebrado en Venecia. Como muestra de afecto por estas ausencias involuntarias, Raphael tuvo el gesto de nombrarlo padrino de su primer hijo. Alfredo Tocildo fue un miembro clave del llamado «clan de Raphael», inicialmente conformado por Paco Gordillo, Manuel Alejandro y Francisco Bermúdez, y ampliado con unos pocos más en los primeros años. Tocildo dejó una marca imborrable tanto a nivel profesional como personal.

Durante la gira de 1974, Raphael presentó la canción Amor mío, que se convirtió en una de las favoritas del público ruso, quizás la más emblemática de todas. Este tema quedó grabado en la memoria de miles de espectadores que llenaron los teatros durante aquella travesía artística. En esta gira también participó Antonio Isasi, quien documentó parte del recorrido para su película Rafael en Raphael. Isasi completó en Rusia las imágenes que comenzó a grabar en el Palacio de la Música de Madrid, Nueva York y Japón.

La siguiente gira llegó cuatro años después, en 1978. Este sería el primer viaje de Raphael a la Unión Soviética tras la muerte de Franco y con un embajador español oficialmente establecido: Juan Antonio Samaranch. Las relaciones diplomáticas entre ambos países ya se habían normalizado desde 1973 gracias a una misión comercial española en Moscú.

Raphael aterrizó directamente desde México, donde acababa de finalizar las grabaciones para la telenovela Donde termina el camino, dirigida por Antulio Jiménez Pons. Adicionalmente, había ofrecido conciertos en varios países americanos, incluido México. En ese momento, Raphael y Natalia esperaban el nacimiento de su tercer hijo, lo que demuestra cómo las giras rusas de los años setenta estuvieron profundamente vinculadas a su vida familiar y a la llegada de sus tres hijos.

La gira fue extensa y abarcó aproximadamente un mes entero de conciertos. Raphael actuó en el Palacio de la Cultura de Leningrado entre el 16 y el 23 de mayo; en Bakú del 25 al 31 de mayo; en el DK Ucrania de Kiev entre el 2 y el 8 de junio; y finalmente en Moscú los días 10 al 14 en el teatro Rossia y entre el 15 y el 17 en el teatro de Variedades. En muchas fechas se ofrecieron conciertos dobles, como era habitual.

En una entrevista concedida a Peter Girdlre en 1972, Raphael expresó su filosofía sobre los espectáculos: “Cada concierto es una nueva lucha que debo ganar. Si el público ha pagado un precio elevado por su entrada, mi deber es hacer que esa inversión les parezca pequeña. Tengo que justificar lo que cobro, no puedo permitir que alguien salga descontento. Puede que guste o no guste a algunas personas, pero nadie podrá decir que no he entregado todo lo que puedo.”

En su último concierto en Moscú, en el año 1978, Raphael incluyó la canción Y volveré. Sin saber lo que le depararía el futuro, interpretaba una letra que decía: «Y volveré como un ave que retorna a su nidal. Verás que pronto volveré y me quedaré, por esa paz que siempre, siempre tú me das, que tú me das…».

Por razones que aún no están del todo claras, pasó casi dos décadas antes de que regresara a la nueva Rusia, en 1997. Este retorno significó la normalización de su relación con el país y abrió las puertas para nuevos conciertos ya entrado el siglo XXI.