Desde que obtuvo su primer disco de oro en 1965 gracias a las millonarias ventas de El Tamborilero en España, Raphael ha coleccionado galardones de diversos materiales y formatos: singles, LPs, cassettes, CDs… algunos simples, otros múltiples —dobles o quíntuples— y en metales tan variados como oro, platino e incluso uranio.
Es imposible calcular con precisión cuántos discos ha vendido a lo largo de su carrera. Esta incertidumbre no es exclusiva de Raphael; afecta a artistas de cualquier género y país, especialmente aquellos con trayectorias largas y cifras de ventas elevadas. Cuanto más extenso sea el tiempo en activo y mayor se torne su impacto comercial, más difícil resulta establecer cifras exactas.
Aunque las búsquedas de información son más accesibles gracias a internet, la cantidad abrumadora de datos históricos representa tanto una ventaja como un desafío. Además del acceso a miles de documentos personales del artista, su material gráfico y una vasta hemeroteca personal —con decenas de miles de artículos e informes desde sus inicios— pueden consultarse los archivos digitales de muchas publicaciones nacionales e internacionales. Esto facilita la validación o contextualización de momentos concretos en su carrera: desde una actuación en 1967 en México hasta una presentación en Moscú en 1997 o Valladolid en fechas recientes.
Gracias a estos recursos, es posible verificar recuerdos narrados por Raphael en entrevistas o memorias. Por ejemplo, cuando relata que siendo adolescente vio una carpa circense cerca de Cuatro Caminos y entró a presenciar La vida es sueño, episodio que despertó su vocación artística. Cruzando testimonios con artículos sobre la instalación de carpas en esa zona durante años anteriores —probablemente 1958— se llega a inferir que Raphael tenía quince años cuando aquel evento transformó su vida.
Las ventas de discos
A pesar de la gran cantidad de datos que permite conocer aspectos precisos y confiables sobre la vida de los artistas, el cálculo exacto de sus ventas de discos continúa siendo un desafío. Aunque existen organismos oficiales en muchos países que certifican las cifras de ventas y regulan la entrega de discos de oro y platino, los números reales de álbumes o sencillos distribuidos y vendidos casi siempre superan las estadísticas «oficiales». Esto se vuelve más evidente en el caso de artistas activos desde los años sesenta, especialmente aquellos cuya presencia en el mercado se extiende a nivel global.
Por ejemplo, el caso de Los Beatles, considerados el grupo más icónico de todos los tiempos, ilustra esta problemática. Sus cifras oficiales rondan los 250 millones de discos vendidos, pero estimaciones más cercanas a la realidad, procedentes de diversas fuentes, apuntan a unos 600 millones. Cifras similares se encuentran en la trayectoria de artistas como Elvis Presley, Michael Jackson, Madonna, Elton John y otros. Si bien es posible calcular con mayor precisión las ventas realizadas en países como Reino Unido y Estados Unidos, donde los controles han sido históricamente más estrictos, la dimensión global de sus mercados —que abarcan países como Chile, España, Argentina, Francia, Japón, México, Alemania y una larga lista— hace imposible determinar con exactitud el total distribuido. A esto se suma el impacto de la piratería y las copias ilegales, un problema persistente que complica aún más la medición.
En todo caso, suele priorizarse el análisis de las cifras oficiales. El primer disco de oro fue otorgado en 1942 a Glenn Miller por vender más de un millón de copias del sencillo Chattanooga Choo Choo. Los números necesarios para obtener un disco de oro o platino varían según la población de cada país. En Estados Unidos, un disco de oro corresponde a ventas de 500.000 copias y uno de platino a un millón. Sin embargo, para álbumes con más del cincuenta por ciento de contenido musical en español, las cifras iniciales eran 100.000 copias para oro y 200.000 para platino. En años recientes, debido al descenso global en ventas, estas cifras han bajado a 50.000 y 100.000 respectivamente. En España, un disco de oro se concede con 30.000 copias vendidas y uno de platino con 60.000, muy por debajo de años anteriores cuando el requerimiento era 50.000 para oro y 100.000 para platino.
Estas adaptaciones responden a la realidad preocupante del mercado musical actual. Quedó claro que para seguir reconociendo a los artistas y sus nuevos trabajos, era necesario modificar los estándares.
Entre los premios más destacados que ha recibido Raphael se encuentra uno realmente único e irrepetible: el disco de uranio. Este reconocimiento fue entregado a comienzos de los años ochenta a artistas con ventas extraordinarias. Según varias fuentes, solo dos o tres artistas más lo recibieron: Michael Jackson con dos galardones y Queen con uno; algunas listas incluyen también a AC/DC. Aunque muchos artistas han superado las cifras necesarias para obtener este premio, su corta duración —apenas dos años después de su creación— limitó que más nombres se añadieran al listado. Esto ha convertido el disco de uranio de Raphael en casi una pieza legendaria, siendo además el único artista de habla no inglesa en poseerlo.
Es importante aclarar que no es correcto afirmar que Raphael recibió este premio en 1982 por las supuestas ventas de 50 millones de copias del álbum recopilatorio Ayer, hoy y siempre, ya que resulta improbable. Fuentes consideradas solventes señalan que sólo Thriller, de Michael Jackson en 1982, y The Dark Side of the Moon, de Pink Floyd en 1973, han superado esta impactante cifra con un solo álbum. Actualmente parece difícil imaginar que algún artista pueda alcanzar semejante número con una única producción discográfica.
Los logros de Raphael, el célebre cantante de Linares, son extraordinarios por donde se los mire. Aunque el emblemático disco de uranio no fue entregado por las ventas del exitoso recopilatorio que publicó, el texto grabado en ese disco, que hoy se exhibe de forma permanente en el Museo Raphael de Linares, dice lo siguiente:
DISCO DE URANIO (U235) A RAPHAEL POR VENTAS DE MÁS DE 50.000.000 DE DISCOS VENDIDOS A LO LARGO DE SU CARRERA CON HISPAVOX HASTA EL AÑO 1980. MADRID. DICIEMBRE 1980.
Una vez aclarado este punto, y sin dejar de señalar que vender 50 millones de discos es un logro descomunal, Hispavox quiso honrar con este premio a su artista más comercial, su indiscutible superventas. Raphael estaba a punto de cumplir dos décadas en los escenarios y había dedicado dieciséis años de su vida a producir álbum tras álbum, con éxitos memorables que generaban enormes beneficios para la discográfica.
El disco de uranio fue un premio único
Se fabricó a finales de 1980 con la intención de ser entregado al artista a inicios de 1981. Sin embargo, debido a problemas de agenda, y concretamente por las interminables giras del cantante, la entrega no tuvo lugar hasta enero de 1982. Fue el periodista Jesús Hermida quien introdujo el galardón en el programa Crónica 3, emitido en Televisión Española el 15 de enero. Unos días después, el lunes 18 de enero, justo antes del concierto benéfico en el teatro Español en favor de Afanias y presidido por la reina Sofía, José Luis Gil, entonces presidente de Hispavox, hizo la entrega oficial a Raphael en su camerino. Además del disco de uranio, se le otorgó un disco de oro por las ventas del álbum En carne viva, reafirmando no solo su éxito pasado sino también augurando un futuro prometedor.
Desde mucho antes y hasta después de 1980, Raphael ha acumulado una cantidad impresionante de premios por sus ventas. Se estima que tiene unos 350 discos de oro y unos 50 discos de platino en distintas partes del mundo. Aunque hacer un cálculo exacto sobre sus números totales es prácticamente imposible, lo que sí resulta claro es que las cifras alcanzadas son asombrosas. Basta recordar que en México, durante 1968, se certificó la venta de un millón de copias del tema Digan lo que digan, por el cual recibió un disco de oro. Si se multiplica ese éxito por el número de países y álbumes editados, las estadísticas globales escapan a toda medida lógica. Lo relevante es que Digan lo que digan no fue un caso aislado; innumerables canciones y álbumes del artista han conseguido cifras similares en ventas.
En pleno auge de su carrera, era común que varios discos de Raphael ocuparan simultáneamente los primeros puestos entre los más vendidos en países alrededor del mundo. Álbumes como Cuando tú no estás, Yo soy aquel, Al ponerse el sol, Amor mío, Volveré a nacer, En carne viva, Maravilloso corazón maravilloso, Ave Fénix con Escándalo o Cerca de ti marcaron hitos importantes. Incluso su éxito Cincuenta años después alcanzó cifras destacadas: fue número uno durante diez semanas consecutivas en España y disco de platino; además llegó al cuarto lugar en la lista de álbumes latinos publicada por Billboard, compitiendo con grandes nombres como Maná, Enrique Iglesias o Alejandro Fernández. Raphael seguía consolidándose como un veterano capaz de mantenerse entre los mejores junto a artistas que empezaron su carrera mucho después de él.
La fuerza comercial de Raphael no se limitó a la década de 1960, etapa especialmente brillante para él; continuó vendiendo numerosas copias durante los años setenta, ochenta, noventa y más allá del nuevo siglo. Incombustible en todas sus facetas artísticas, pocos artistas pueden afirmar haber acumulado reconocimientos por sus ventas en cada una de las décadas en las que grabaron música. Un ejemplo claro sería analizar cualquiera de los premios obtenidos en los años sesenta y compararlos con aquellos recibidos tras la publicación de la trilogía Te llevo en el corazón en 2011. Raphael ha demostrado ser un ícono que se mantiene vigente tras seis décadas distintas llenas de éxitos y distinciones.
Aunque es evidente que los discos de oro y platino tienen un valor especial en la memoria de cualquier artista, quizás son otros los que logran captar más nuestra atención como espectadores. Tal vez porque su presentación nos «entra por los ojos». Sin embargo, cuando un artista acumula muchos premios de este tipo, y éstos se vuelven una bendita rutina, son las discográficas, especialmente sus filiales, las que trabajan para que cada nueva entrega sea algo único, aunque solo se trate de una cuestión estética. Un ejemplo de esto nos lleva a recordar uno de estos reconocimientos en los años 80, en Venezuela. Raphael, quien suele visitar diferentes países anualmente (aunque en ocasiones lo hace con mayor frecuencia, incluso mensual), por lo general encuentra varios discos de oro y platino esperándole a su llegada. En aquella ocasión, en lugar de la tradicional fotografía del artista posando con sus múltiples discos en marcos individuales, la distribuidora le sorprendió con un llamativo conjunto: cuatro discos de oro y uno de platino exhibidos en un solo soporte. Todo acompañado por una legendaria inscripción que quedó para el recuerdo: «Todo es oro y platino entre Raphael y Sonorodven».
En su momento se calificó a Raphael como miembro de un exclusivo grupo de privilegiados que, tras décadas de trayectoria, continúan dedicándose a lo que más les apasiona con un éxito que permanece inalterable. También se le puede ubicar entre aquellos artistas capaces de llenar enormes recintos donde miles de personas aplauden y se emocionan, contagiando su entusiasmo a nuevas generaciones. Además, sigue logrando cifras impresionantes en ventas, tanto de álbumes nuevos como recopilatorios, que su público adquiere como si fueran pan caliente. Sorprende y a la vez no tanto que año tras año los discos recientes de Raphael, salvo contadas excepciones, debuten en el top ten de prácticamente todos los países donde se lanzan.
Diversas estadísticas sitúan las ventas acumuladas de Raphael en alrededor de 75 millones de discos, ubicándolo entre los cien cantantes más exitosos en cuanto a ventas históricas. Otras informaciones le colocan entre los primeros ciento cincuenta con esa misma cifra aproximada. Sea como sea, Raphael, quien se define a sí mismo más como un artista de escenario que de discos, forma parte del selecto grupo de los cinco artistas latinos más vendedores en la historia. Comparte este reconocimiento junto a figuras como Julio Iglesias, Roberto Carlos, Carlos Santana y Gloria Estefan, mientras otros nombres como Vicente Fernández, Juan Gabriel, Camilo Sesto, Luis Miguel y Ricky Martin están muy cerca en esta clasificación. Más distantes quedan otros intérpretes que también lograron ventas significativas pero iniciaron sus carreras cuando la industria ya no alcanzaba el apogeo de los años sesenta, setenta y ochenta.
Se trata de un grupo reducido de artistas que triunfan cantando en español en un mundo donde predominan aquellos que lo hacen en inglés. Por ello, su éxito tiene un mérito añadido que destaca aún más. Es razonable pensar que este grupo continuará creciendo con el paso del tiempo.