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La segunda mitad de la década de 2010 estuvo marcada por una nueva etapa de reinvención para Raphael. En estos años, el artista decidió mirar de frente a su repertorio más emblemático y dotarlo de un nuevo ropaje sonoro. Fue un tiempo de experimentación con grandes formaciones orquestales, de diálogo entre la tradición y la modernidad, y de una búsqueda constante por llevar sus canciones a territorios sonoros inéditos. La combinación de experiencia y curiosidad creativa se convirtió en el motor de esta etapa.

Raphael Sinphónico

En 2015, Raphael presentó Raphael Sinphónico, un ambicioso proyecto en el que revisaba sus grandes éxitos acompañado por la Orquesta Sinfónica de RTVE. La grabación en directo, realizada en el Teatro de la Zarzuela de Madrid, se convirtió en un álbum y DVD que capturaban la magnitud del espectáculo. Cada canción fue reinterpretada con arreglos sinfónicos que aportaban una nueva dimensión emocional y una majestuosidad poco común en la música popular.

El repertorio abarcaba desde clásicos como “Yo soy aquel” hasta joyas menos habituales en sus giras, todas envueltas en la riqueza tímbrica de la orquesta. Raphael, consciente de la oportunidad única que ofrecía este formato, moduló su interpretación para integrarse en el diálogo con la orquesta, sin perder un ápice de su intensidad habitual.

La gira Sinphónico llevó este concepto a numerosos escenarios, tanto en España como en América Latina, con un éxito rotundo. El público se encontró con un Raphael diferente, capaz de combinar la potencia de su voz con la amplitud de una formación sinfónica, ofreciendo conciertos que eran al mismo tiempo recitales íntimos y espectáculos grandiosos.

Loco e infinito

En 2016, Raphael sorprendió con Infinitos bailes, un disco que supuso un nuevo giro en su carrera. El proyecto reunió composiciones de algunos de los nombres más destacados de la música española contemporánea, como Iván Ferreiro, Dani Martín, Vanesa Martín o Pablo López. El resultado fue un álbum fresco, moderno y arriesgado, que confirmaba su capacidad para dialogar con las nuevas generaciones sin renunciar a su estilo único. Raphael asumió cada una de estas canciones como propias, dándoles una interpretación personal que demostraba su vigencia artística.

El lanzamiento de Infinitos bailes coincidió con un momento de plena madurez creativa, en el que Raphael buscaba seguir innovando. El disco fue recibido con entusiasmo tanto por la crítica como por el público, que valoró su audacia al abrirse a nuevas voces de la escena musical. Más que una colección de canciones, se trataba de una declaración de principios: la convicción de que su carrera no estaba anclada en el pasado, sino en constante movimiento.

Para presentar este trabajo, Raphael emprendió la gira Loco por cantar, que se extendió entre 2017 y 2018. El espectáculo combinaba las nuevas canciones con sus grandes clásicos, en un repertorio que viajaba del presente al pasado con naturalidad. Los conciertos fueron un éxito rotundo en España y América Latina, consolidando una vez más su lugar como referente absoluto de la canción en español.

Loco por cantar no solo fue una gira, sino también un manifiesto de vitalidad: un Raphael enérgico, renovado y con la misma entrega de siempre, dispuesto a demostrar que su voz y su carisma siguen siendo infinitos, como los bailes que evocaba el título del disco.

Resinphónico

En 2018, Raphael dio un nuevo paso con Resinphónico, un proyecto innovador que fusionaba sus interpretaciones clásicas con arreglos sinfónicos y elementos electrónicos. Producido por Lucas Vidal, el álbum reimaginaba canciones icónicas con un enfoque contemporáneo, combinando la calidez de la orquesta con texturas digitales y ritmos programados. Era un experimento arriesgado que buscaba acercar su música a nuevas generaciones sin perder su esencia.

La presentación de Resinphónico incluyó una gira internacional que recorrió España, América y parte de Europa, ofreciendo un espectáculo visual y sonoro de gran impacto. La escenografía, el diseño de luces y la cuidada producción reforzaban la sensación de estar asistiendo a un concierto único, donde lo clásico y lo moderno se daban la mano.

El proyecto recibió elogios por su audacia y por demostrar que, incluso después de décadas de carrera, Raphael seguía abierto a explorar nuevos caminos. Resinphónico no fue solo una relectura de su obra, sino también una declaración de principios: la música de Raphael no está anclada en el pasado, sino en constante evolución.